Alba López Santos

Siempre me ha parecido extremadamente difícil hablar de mi obra tanto pictórica como documental. Algo interior e íntimo en el alma de cada artista, de cada fotógrafo.

Nací en Guadalajara en el año 1990, y el arte y la naturaleza me han acompañado desde mis primeros días, ya que mi padre, Fernando López Herencia, pintor, fotógrafo y uno de los mayores naturalistas del país, especializado en cetrería, me ha enseñado y acompañado durante todo mi proceso de crecimiento plástico y visual.

Comencé de la mano de él mismo pintando naturaleza, plantas, animales… siempre dice que desde que fui capaz de coger un lápiz de color no lo solté.

Con los años, y los estudios, y los distintos maestros y profesores que he tenido y tengo, mi forma de ver el mundo ha cambiado, pero con el mismo discurso de cuidar la madre tierra, de cuidarnos, de mostrar aquello que no parece real en este fantástico planeta al que todos deberíamos llamar hogar.

Consciente y preocupada por todo lo que me rodea, con una gran sensibilidad y muy emocional hacia todos los procesos vitales de cada persona.

Se podría decir que mi obra esta divida en varias temáticas, aunque todas muy relacionadas entre sí:

Al padecer una enfermedad mental crónica, Trastorno de Conducta Alimentaria, me siento responsable de hacer llegar un mensaje a toda la ciudadanía y que se retiren/cambien los estigmas. Es una enfermedad que causa mucho sufrimiento, desarraigo, no tienes control de lo que haces o dejas de hacer…

Como ya he mencionado anteriormente, mi pintura, matérica, povera, reciclada, refleja todo el sentido y sentimiento que tengo hacia la tierra. Materiales reciclados en su mayoría y fuertes reacciones químicas que aceleran el proceso de degradación hacia nuestra casa. Me siento parte del terreno que piso día a día, me siento anclada a la belleza de este, y es mi forma de honrar al planeta por todo el daño que está causando la mano del hombre. Tierras, ocres, cobres, carbón, oxidación… Una pequeña forma de denuncia…

Y por último, la fotografía, la experiencia de vida, esas cicatrices que se vean o no, han marcado y marcarán por siempre cómo vemos, entendemos… Convivir con otras culturas, con pueblos indígenas que por la avaricia, han perdido su esencia, por la cantidad de basura y hambre… Por los sueños rotos. (He viajado y vivido durante varios años de mi vida en países en vías de desarrollo)

Aprender es el motor que me ayuda a seguir mi camino como artista plástico y visual, como fotógrafo documental, como persona individual que necesita nutrirse de lo que le rodea, de las realidades perdidas del mundo en el cual vivimos, de todo lo que sucede y no cuentan…